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Sobre la ira(A)

21 »Oísteis que fue dicho a los antiguos: “No matarás”, y cualquiera que mate será culpable de juicio. 22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga “Necio” a su hermano, será culpable ante el Concilio; y cualquiera que le diga “Fatuo”, quedará expuesto al infierno de fuego.

23 »Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y presenta tu ofrenda. 25 Ponte de acuerdo pronto con tu adversario, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y seas echado en la cárcel. 26 De cierto te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante.

Sobre el adulterio

27 »Oísteis que fue dicho: “No cometerás adulterio.” 28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.

29 »Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti, pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. 30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y échala de ti, pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.

Sobre el divorcio(B)

31 »También fue dicho: “Cualquiera que repudie a su mujer, déle carta de divorcio.” 32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere, y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.

Sobre los juramentos

33 »Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: “No jurarás en falso, sino cumplirás al Señor tus juramentos.” 34 Pero yo os digo: No juréis de ninguna manera: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. 36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. 37 Pero sea vuestro hablar: “Sí, sí” o “No, no” porque lo que es más de esto, de mal procede.

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15 »Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal, 16 porque yo te mando hoy que ames a Jehová, tu Dios, que andes en sus caminos y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová, tu Dios, te bendiga en la tierra a la cual vas a entrar para tomarla en posesión. 17 Pero si tu corazón se aparta y no obedeces, te dejas extraviar, te inclinas a dioses ajenos y los sirves, 18 yo os declaro hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais a entrar para tomarla en posesión tras pasar el Jordán. 19 A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, de que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia, 20 amando a Jehová, tu Dios, atendiendo a su voz y siguiéndolo a él, pues él es tu vida, así como la prolongación de tus días, a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar.»

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Excelencias de la Ley de Dios

Alef

119 Bienaventurados los íntegros de camino,
los que andan en la Ley de Jehová.
Bienaventurados los que guardan sus testimonios
y con todo el corazón lo buscan,
pues no hacen maldad
los que andan en sus caminos.
Tú encargaste
que tus mandamientos sean guardados con esmero.
¡Ojalá fueran estables mis caminos
para guardar tus estatutos!
Entonces no sería yo avergonzado,
cuando atendiera a todos tus mandamientos.
Te alabaré con rectitud de corazón
cuando aprenda tus justos juicios.
¡Tus estatutos guardaré!
¡No me abandones enteramente!

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Colaboradores de Dios

De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, no alimento sólido, porque aún no erais capaces; ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales. En efecto, habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales y andáis como hombres? Pues cuando uno dice: «Yo ciertamente soy de Pablo», y el otro: «Yo soy de Apolos», ¿no sois carnales?

¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo ni el que riega, sino Dios que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa, aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor, porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.

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